Hagamos un pequeño experimento para ver la popularidad que los contenidos de vídeo han adquirido en el marketing dirigido al consumidor (B2C). Abra cualquier sitio web o red social en su ordenador o teléfono y navegue por la página. Ahora cuente los segundos que tarda en ver un vídeo publicitario. Lo más probable es que hayan pasado menos 30. Quizás incluso menos de 15.
Encontramos vídeos en anuncios, noticias, streaming, redes sociales y mucho más. Los vídeos representan el 65 % del tráfico de Internet y se han consolidado en lo alto de la cadena de consumo de contenidos. Por eso, no es de extrañar que la cantidad de espectadores de vídeo digital esté creciendo rápidamente. Ya son 3500 millones los usuarios que transmiten o descargan vídeos al menos una vez al mes.
El vídeo ha alcanzado este nivel de popularidad porque se trata de una herramienta de marketing muy eficaz. Gartner, por ejemplo, constató que registra un desempeño sólido porque es un recurso capaz de fomentar la confianza en las primeras etapas del proceso de compra. Además, puede incluirse con flexibilidad dentro de distintos recursos diseñados para potenciar la influencia temprana y la creación de modelos de negocio.
El vídeo es el mejor formato si quiere contar la historia de su marca, exhibir productos, diferenciarse o destacar su personalidad.
Aunque hoy en día las marcas pueden crear contenido de vídeo de forma mucho más fácil, gracias a programas de edición fáciles de usar y a cámaras asequibles y de alta calidad, muchos equipos de marketing siguen teniendo problemas a la hora de ejecutar vídeos eficazmente y sacar el máximo provecho de su inversión.
Entre los desafíos se incluyen los siguientes:
Una competencia feroz. El 91 % de las empresas ya utiliza el vídeo como una herramienta de marketing, por lo que debe encontrar una manera eficaz de diferenciarse.
Las experiencias de vídeo pueden no ser homogéneas, incluso dentro de una misma marca. Es habitual que los diferentes departamentos creen contenido de vídeo para la experiencia del cliente con distintos enfoques, lo que genera disonancia.
La gestión y selección de vídeos es todo un reto. Organizar bibliotecas en constante crecimiento es una tarea abrumadora y dificulta la obtención de un ROI positivo. Por otro lado, los flujos de trabajo no optimizados suponen un gran problema y complejidades innecesarias. Todo ello se traduce en una pérdida de tiempo y recursos, y, además, dificulta el cumplimiento de los objetivos de marketing.
A menos que se cuente con la infraestructura correcta, puede resultar difícil medir el impacto general de los vídeos. Sin datos, los responsables de marketing solo se pueden basar en respuestas emocionales a los contenidos de vídeo, lo cual no se puede cuantificar fácilmente.
En otras palabras, si simplemente utiliza el vídeo como cualquier otra de sus tácticas de marketing, no está aprovechando al máximo lo que invierte en producirlo. Lo que necesita más bien es una estrategia de vídeo integral para organizar correctamente su inversión en vídeo, operar con ella y obtener el máximo beneficio de los contenidos de vídeo creados.
El éxito de este enfoque no solo se medirá en miles de visualizaciones o en un aumento del tráfico a su sitio web; una estrategia de vídeo bien concebida puede impulsar de forma significativa los ingresos y le permitirá personalizar toda la experiencia del cliente a escala. Podrá ver todo ello reflejado en resultados comerciales tangibles.
FUENTE: GARTNER, Create Video Content That Resonates With Customers.
Esta guía incluye ejemplos prácticos para el desarrollo de su estrategia de vídeo y la generación de resultados positivos a lo largo de toda la experiencia del cliente B2C.
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